De la devastación a la recuperación económica: Cómo un aserradero Wood-Mizer ayudó a recuperar los bosques italianos tras los incendios forestales

By Martina Valentini, GreenPress EnvironMedia

The LT40 Wood-Mizer sawmill helps to rebuild forest after the wildfire in Italy

Video: Matteo Berlenga

 

Cuatro años después de los incendios que arrasaron el Valle de Susa, en la frontera francoitaliana, la cooperativa local La Foresta ayuda a cerrar las heridas provocadas en los bosques dando un valor añadido a la madera en todas sus formas.


Los testigos recuerdan las horas en las que las llamas devoraban el valle como un "apocalipsis" de oscuridad, humo y llamas que amenazaban a los hogares. Cuatro años después de los incendios que asolaron el Valle de Susa, los habitantes de Mompantero, uno de los epicentros del desastre, siguen reviviendo los acontecimientos de esa fatídica noche. Su evacuación preventiva y su inmensa angustia siguen siendo, aún hoy, difíciles de expresar con palabras. Cuando el incendio se dio por extinguido, a finales de octubre de 2017, quedaron al descubierto las heridas sufridas por el monte, con miles de hectáreas de árboles calcinadas, grandes cantidades de madera arrasada y el peligro de nuevos incendios –sumado al riesgo de erosión del suelo– cerniéndose en el horizonte.

 

 

En definitiva, una situación realmente crítica. Pero los habitantes de este rico valle situado en los límites de la provincia de Turín no conocen la desidia. Al contrario, están acostumbrados a remangarse y ponerse manos a la obra cuando toca. Hoy, las áreas afectadas comienzan a renacer y el desastre natural supone una oportunidad para la adopción de buenas prácticas en materia de desarrollo sostenible.


Aprovechar las materias primas y reducir los deshechos 

«Para evitar que se produzcan nuevos incendios, debíamos retirar inmediatamente la mayor cantidad posible de restos de troncos del suelo», explica Giorgio Talachini, miembro de la cooperativa La Foresta di Susa. 

 

 

«Al mismo tiempo, comenzamos las labores para controlar la erosión empleando parte de esa madera», añade. «Esto nos permitió poner en práctica la estrategia más inteligente de todas: la de la prevención». 

«Es fundamental evitar que se vuelva a dar una situación de emergencia, ya que eso es menos costoso que eliminar sus consecuencias y, lo que es aún más importante, permite preservar el bosque».

Maximizar el uso de la madera y reducir de forma significativa los deshechos fueron las dos prioridades que se marcó la cooperativa. Ambos objetivos se pudieron conseguir gracias a la tecnología de los aserraderos Wood-Mizer, que permite aserrar madera empleando sierras de corte fino. En el punto de clasificación, los trabajadores de La Foresta seleccionan los troncos y los ordenan según sus características. Aquí es donde los troncos se cortan en función de la longitud deseada. Desde el bosque, cuya extensión supera la 200 hectáreas, la madera es transportada hasta la ciudad de Susa, situada a unos 15 kilómetros, donde se separa. Las partes más nobles pasan al aserradero, mientras que el material de menor valor se emplea para la producción de virutas de madera. «Gracias al aserradero Wood-Mizer, podemos aprovechar al máximo la madera recogida tras el incendio», comenta Talachini. «La madera de mayor calidad se utiliza para fabricar muebles, mesas y sillas, o bien para crear elementos de decoración interior».

 

 

Minimizar los deshechos de madera 

El equipo empleado para realizar el tratamiento primario de la madera es el aserradero de cinta Wood-Mizer LT40, capaz de ofrecer un alto rendimiento y de soportar largas horas de trabajo fácilmente. Este equipo puede cortar troncos de hasta 90 centímetros de diámetro y más de ocho metros y medio de longitud. Además, el aserrado ofrece una alta precisión de corte y produce una cantidad mínima de serrín. El equipo está equipado con un dispositivo Setworks electrónico para ajustar la sierra y obtener tablas del grosor deseado de forma rápida, y cuenta además con un depósito de agua para lubricar la sierra, haciendo que se mantenga limpia durante el corte. La sierra de corte fino tiene un espesor de apenas 2 mm; de este modo, se obtienen más tablas de cada tronco y se genera menos serrín, algo que los miembros de la cooperativa agradecen, ya que siempre han dado una gran importancia a la rentabilidad de la madera. «Nuestro trabajo es crear productos de madera acabado, y el serrín lo enviamos para que sea utilizado como fuente de bioenergía», apunta Talachini. «De este modo, se consigue una producción sin deshechos».

 

 

La Foresta y Wood-Mizer: Trabajando juntos por un mismo futuro 

La cooperativa La Foresta del Valle de Susa opera desde el año 1995, ofreciendo su infraestructura principalmente en aquellas zonas menos privilegiadas, a las que solo se puede llegar mediante medios de transporte especiales, como teleféricos, tractores o helicópteros. Su actividad está enfocada hacia la gestión sostenible de las zonas forestales, a través del cumplimiento de una serie de estándares de calidad, el uso de equipo de alta eficiencia y bajos niveles de deshechos y la formación de los operarios. Wood-Mizer apoya a La Foresta en sus labores desde hace 15 años. 

 

 

«Elegimos un aserradero Wood-Mizer después de analizar diferentes opciones tecnológicas. Después de tantos años de colaboración, estamos satisfechos con el excelente rendimiento del equipo, con el servicio pos venta y con la posibilidad de estar siempre al día de las nuevas tendencias del mercado gracias a la relación que mantenemos con la empresa», asegura Talachini. «Nuestra colaboración sigue creciendo. Recientemente compramos un moldeador y cepillo Wood-Mizer para las actividades de transformación secundaria».

 

La importancia del valor añadido 

Talachini cree que utilizar equipos de calidad es la clave del éxito en un mercado en el que la mejora de los productos es fundamental. En los últimos meses, el sector se ha visto afectado por el considerable aumento de precios que ha barrido el mercado de los productos básicos, alcanzándose el récord histórico de más de 600 euros por metro cúbico de madera. El entusiasmo se atenuó en septiembre, dando paso a una cierta corrección a la baja. No obstante, la experiencia demuestra que la volatilidad de los precios puede ser una trampa para las pequeñas empresas. «Aumentar el valor del producto es fundamental», concluye Talachini. «Nosotros operamos a nivel local, pero tenemos que hacer frente a unos precios motivados por tendencias globales. Por lo tanto, debemos crear un mayor valor añadido para que la empresa pueda crecer satisfactoriamente y hacerse un hueco en el mercado».

 

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